3 mar 2010

Au revoir, Alehop


Llueve sobre mí. Dulce. De mayo. De olvido.


Ojalá pudiera enfundar el tenedor (ese que me persigue) y clarvárselo a la carretera (esa sobre la que camino), hasta que se retorciera, sangrara y desapareciera, tan solo dejando su antiguo surco. Unos zapatos nuevos, y empezar a caminar “de una vez por todas y en paz y basta.”


En un flash aparece un cardiograma tremendamente caótico, que no habla más que de capilares reventados que culminan en un fatídico infarto. Ha sonado un platillazo, bien sea por gloria o lo contrario. Yo también pienso que es positivo. Un travelling que viaja y termina, por suerte, rápido.


Ahora sólo puedo echarme las manos a la cabeza cuando me hablan de las letras escritas sobre las patas de una araña que regenta el trono de una retorcida reina. Una sombra felina que se proyecta sobre un muro de contención de lo que aconteció en un sitio poco común, un año poco común, cuando un chaparrón poco común lo inundó. 2009 es agua de lluvia ya muy pasada, que no ha sido más que el pretexto de una historia que está por contar; un río que se está haciendo a sí mismo, sin desbordar. De olvido, pero a la vez no; dulce, en mayo... Literatura en vida, o vida en literatura: ahora… sólo literatura.

1 comentario: