17 dic 2009

La hora de las farolas


Todo se descompone en espíritus conspiradores a pequeña escala, una visión un tanto retorcida para un hombrecito en proyecto, con todas sus armas sobre la mesa, y toda una filosofía que gestar. Y de una posición opuesta y externa a lo aconteciente, lo que se ve es que unos acusan a unas y a unos, y otras acusan a las otras, y a los otros; los de arriba miran abajo, y los de abajo escupen para todos y cada uno de ellos. Y viceversa. Es un auténtico mare magnum, casi más complejo que la estructura de una pelusa.

Todo lo que se tejió el 30 de Febrero es el sueño frustrado de cualquier niño que admira al adulto, desde el punto de la inocencia y la franqueza. La transparencia se ha volcado en óxido mojado, esto es, una reacción que se encarga de producir desasosiego. Un coágulo de polvo que devasta las arterias de ésta nuestra sociedad. ¡Y lo que se cansa mi vista a la hora de las farolas!

Todo lo malo, la ansiedad, el agobio, el sobrecogimiento, el horror, lo feo, lo malo, y lo que entiendo yo por malo, debería tener como mejor destino una bolsa de plástico, donde mejor puedan ahogarse. Desterrar todo esto y quedarte con las tres o cuatro plantas que debería tener tu ciudad. Dejarse llevar (aunque suene demasiado bien) por la fuerza del fatum y el locus. Nadie se va a creer que todo esté escrito en una hoja de papel amarillento, ni mucho menos, ¿o sí? Si es así: Equis dé. No obstante, sí cabe que exista “algo” que lo mueva todo, ¿no? Otro cantar es saber dónde se aloja ella, pero yo creo que nosotros mismos la hospedamos, y todas las entidades, unidades, cosas. La fuerza. A ciencia cierta, nada.

“ [ . . . ] Ya no hay ganas de seguir el show, ni de continuar fingiendo, sólo quiero ser espectador. Relax, entertainment. Me pregunto quién pensó el guión, debe estar bastante enfermo. Fue el estreno de un gran director, le caerán mil premios. [ . . . ] ” [ 1999. Love of Lesbian ]