¿Qué locus? ¿Qué control?
Sería capaz de verle en la iconodulía, allí sentado a la derecha de quien ya sabemos. Presagio mismo de los deseos de ese mayor. Invento de este siglo. Imagen final de la apoteosis de todo un camino basculante. Y le veo, le juro que le veo. Astuto, remilgado y sonriente. Firme, recto, impasible, impávido, sobrio, austero, inteligente, elegante, callado, meticuloso, nueve y medio, bueno, satisfecho y, sobre todo, satisfactorio.
Arden bosques en verano. En julio anochece a las nueve y media; nueve y medio. Siete, seis, cinco, cuatro… Vuelva. El atardecer le llevó lejos; un horizonte trazado, ficticio por tanto: le llevó muy lejos. Al fin, cansado, volvió; la mitocrítica de su imaginario le hizo figurar figurantes que le venían bien (baratos): firmes, rectos, impasibles, blá, blá, blá.
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No vuelva a mentir. No sabe distinguir. Cielos azules ó dolor. Un chico con una moneda, sin más. La tela de tapizar, tras la sonrisa. De nuevo, la estructura de la pelusa, la pequeña lombriz, la negra cueva, y al fondo el amarillo nápoles: textos piedra, textos roca. Learned helplessness. “¿Encontraría a la Maga?”
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